EN MEMORIA DE JUAN PABLO DE PINA
GARCÍA, Director de Difusión cultural de Chapingo.
Impresionaba su gran capacidad de análisis y compromiso social a toda ley.
Enseñó la importancia y la belleza de la cultura, en un lugar
dónde era difícil, porque el embeleso de la técnica agrícola parecía llenar
todo. Muchos aprendieron con él a
apreciar como la cultura impulsa la sensibilidad, la que conduce a ideas
progresistas, tan necesarias en el quehacer del agrónomo. Sus palabras ayudaron
a algunos a que su comportamiento fuera de manera más sutil y amable.
En el siguiente poema se dicen las oraciones que se deberían de
decir cuando alguien como él muere.
Instrucciones
(oración) para mi muerte
Molino
de Letras, Sábado 24 de septiembre de 2011
Para
Rafael de Pina Vara
mi
hermoso padre
Qué decir
para cuando yo me muera.
Que recuerden sin fin mis alegrías,
los momentos de mi risa,
de mi prisa,
la agonía vital de mis querencias,
la rectitud de mis albures,
la serenidad de mis normas,
las infinitas ganas de ser todo
y de todos.
Al fin, tal he sido.
Tal cual, tal quise, tal querré de aquí en
adelante.
Que se recuerden tal cual son
—y no cual fueron—
mis debilidades y tristezas,
quizás tan demasiadas como los errores,
los juicios insensatos, las inconsecuencias,
la levedad y sequedad de mis silencios…
la de mis miradas ardientes,
querientes, hirientes (que de todas,
al fin, había).
Qué decir, para cuando me muera
—¿quizá decir Dios mío,
por qué no? —.
Que lloren y beban lo que tengan que beber.
Que entretengan sus recuerdos en nuestros ratos,
los más nuestros.
Qué con furia maldigan las insuficiencias de una
medicina y de una ciencia que,
omnipotentemente declarada omnipotente,
no puede dejarnos beber lo necesario,
comer lo suficiente hasta hartarnos,
amar hasta morirnos,
fumar hasta saciarnos,
vivir [en fin], vivir hasta aburrirnos,
hasta vaciarnos de querer y de crear, de tristear
y de pensar.
Comulguen pues quiénes sepan.
Recuerden quienes puedan y quieran.
Ámenme quienes sean capaces de entenderme,
de quererme, de mirarme aparecer en mis lugares
—que son los nuestros, los de todos
y los de ustedes—.
Digan misas, novenarios y
canciones cantineras,
pónganme los discos de Agustín
y las superiores, los Raleigh, los malboro, el
martell
y los bacardís blancos y los tintorros,
la buena mesa,
y háganme sentir que estoy ahí,
feliz,
enternecido por la vida que sigue
y que no tengo
y que disfruté como pude –y casi digo como quise.
Y pidan perdón quienes me ganaron al póker,
quienes me dejaron solo por dos monedas de menos,
por un infeliz puesto de menos,
por tres-cuatro albures mal pensados,
por mentirosas turbulentas,
por quienes en fin no comprendieron y juzgaron,
por quienes no sabían reír
ni tener humor ni ganas de vivir en carne viva.
Y piensen por fin que me entregué a todos.
Como pude, como sabía, como me enseñaron,
como entendí.
Que en este corazón –que no aguantó un poco más—,
las cosas fueron simples, sencillas resueltas,
como mis nietos, mi esposa, mis libros, mis hijos,
mis obras pues,
mis consejos, mis ironías, mis bromas, mis errores,
mi pinche dinero y todo lo que quieran
y lo que no quieran,
lo que comprendan y no
lo que puedan y no.
Que
en fin,
que todo se trastoca, y se cambia y muda.
Que los buenos de hoy serán los malos de ayer
y los de anteayer los buenos de mañana.
Que no se ama con el corazón sino con el estómago;
que no se piensa con la cabeza sino con el corazón;
que el único dolor es causar el dolor de la
ausencia
y el único placer el de la presencia.
Que en fin,
que no jodamos y que jodamos bien,
que aquí estoy para quien quiera
y para quien no quiera no,
que no recuerdo sino siento,
y que no siento sino amo,
como amé, amé y más amé
y amaré, y más amaré mientras menos pueda
—y por mi Volga y por mi madre y todos
seguiré amando— por los siglos de los siglos…
Id en paz
¡Nos
harás mucha falta, Juanpa y te extrañaremos!
(Texto
de Juan Pablo de Pina del poemario Dialéctica de las venas que leyó su hija
Valeria en su funeral)
Me estremece al leer en
estas líneas lo frágil y limitada que es la vida. Es verdad no podemos comer
todo lo que queremos porque caemos en glotonería y afectamos la salud. No
podemos tomar todo lo que queremos porque perdemos el total de los sentidos y
embrutecemos. No podemos fumar todo lo que queremos porque afectamos nuestro
organismo y el de los que nos rodean. No podemos amar hasta morirnos porque
siempre hay cosas que influyen como la costumbre, la rutina, las enfermedades,
otras personas, en fin. No podemos morir hasta aburrirnos porque a final de
cuentas es tan corta la vida.
Porque la vida nos da
todo, excepto tiempo.
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