¡Nos hace falta tiempo! necesitamos un día de 29 horas
para poder acabar con los mil pendientes, nos damos cuenta de la gravedad del
asunto y aún así seguimos poniéndole snooze al despertador, ¡Pero qué bellos
son esos 10 minutitos más! En verdad que se dice poco tiempo, pero en esos
instantes ¡Son la gloria!
En alguna ocasión leí que era recomendable despertarse 20
minutos antes de lo debido para meditar y ser más funcionales en nuestros días.
Quedarnos sin pensar en nada o “poner la mente en blanco” como le dicen algunos
a la meditación, la verdad es que es una tarea muy complicada ya que muchos
preferimos nuestros minutos dorados de sueño.
Ayer que llegue de Querétaro había dormido solo las 4
horas que se hace el autobús y llegue justo a tiempo para mi clase de 7 am, sin
embargo, cuando tome el taxi a mi casa pensé, ¿Cuál es la prisa?, se que es muy
importante cumplir con nuestras responsabilidades, pero ¿qué tanto podemos
cumplir con nuestras responsabilidades si no estamos dando el 100 en ellas? Dada
mi excusa, decidí dormirme una hora más. ¿Qué es una hora más en estos días?...
Pues la verdad es que me dedique a no pensar en cuanto
era el tiempo extra que me estaba dando para descansar, solo me limite a poner
mi despertador y a acostarme para simplemente dormir. ¡Fum! literal me fui a
otro mundo.
Según yo me encontraba libre de pensamientos, o es lo que
quería, pero hasta soñé. Después de que había habido varios días en los que no
me acordaba de mis sueños y en el momento en el que menos los pido, ahí están ¡Qué
casualidad! Sin embargo cuando me desperté estaba muy contenta, ni en cuenta
que había dormido tan poco tiempo, me duró todo el día y pude cumplir con las
cosas que quería hacer del trabajo…
Curiosamente la siguiente noche volví a soñar, estuvo muy
divertido mi sueño, se trató de que estaba huyendo de algo, tenía mucho miedo,
iba corriendo por un lugar con muchos árboles, baje por un “tipo barranco” y me
lo encontré, ahí estaba con unos de sus amigos, vio mi cara de preocupación y
sin preguntarme qué era lo que tenia, parecía que podía leer mis pensamientos,
me abrazó fuertemente y me llevo a caminar, entramos a una casa muy grande que
tenía un buen de pinturas, obras de arte de impresionistas virtuosos, mi mente
se despejó, pensaba en todo menos en lo que me estaba preocupando y por lo que
estaba huyendo.
A lo que me quiero referir con todo esto es que, está
claro que todos tenemos muchas cosas que hacer, normalmente siempre hay mil
cosas que hacer, pero si siempre nos atribulamos pensando en los “mil millones”
de pendientes solo nos preocupamos y pues no empezamos por nada. Es mucho más
efectivo, sin duda, despejarnos y después primero lo primero, lo segundo y demás,
simplemente fluirán.