Escribo y luego borro. Hago con las letras lo que no puedo hacer con la vida...

martes, 13 de noviembre de 2012

Darle tiempo al tiempo


¡Nos hace falta tiempo! necesitamos un día de 29 horas para poder acabar con los mil pendientes, nos damos cuenta de la gravedad del asunto y aún así seguimos poniéndole snooze al despertador, ¡Pero qué bellos son esos 10 minutitos más! En verdad que se dice poco tiempo, pero en esos instantes ¡Son la gloria!


En alguna ocasión leí que era recomendable despertarse 20 minutos antes de lo debido para meditar y ser más funcionales en nuestros días. Quedarnos sin pensar en nada o “poner la mente en blanco” como le dicen algunos a la meditación, la verdad es que es una tarea muy complicada ya que muchos preferimos nuestros minutos dorados de sueño.


Ayer que llegue de Querétaro había dormido solo las 4 horas que se hace el autobús y llegue justo a tiempo para mi clase de 7 am, sin embargo, cuando tome el taxi a mi casa pensé, ¿Cuál es la prisa?, se que es muy importante cumplir con nuestras responsabilidades, pero ¿qué tanto podemos cumplir con nuestras responsabilidades si no estamos dando el 100 en ellas? Dada mi excusa, decidí dormirme una hora más. ¿Qué es una hora más en estos días?...


Pues la verdad es que me dedique a no pensar en cuanto era el tiempo extra que me estaba dando para descansar, solo me limite a poner mi despertador y a acostarme para simplemente dormir. ¡Fum! literal me fui a otro mundo.


Según yo me encontraba libre de pensamientos, o es lo que quería, pero hasta soñé. Después de que había habido varios días en los que no me acordaba de mis sueños y en el momento en el que menos los pido, ahí están ¡Qué casualidad! Sin embargo cuando me desperté estaba muy contenta, ni en cuenta que había dormido tan poco tiempo, me duró todo el día y pude cumplir con las cosas que quería hacer del trabajo… 


Curiosamente la siguiente noche volví a soñar, estuvo muy divertido mi sueño, se trató de que estaba huyendo de algo, tenía mucho miedo, iba corriendo por un lugar con muchos árboles, baje por un “tipo barranco” y me lo encontré, ahí estaba con unos de sus amigos, vio mi cara de preocupación y sin preguntarme qué era lo que tenia, parecía que podía leer mis pensamientos, me abrazó fuertemente y me llevo a caminar, entramos a una casa muy grande que tenía un buen de pinturas, obras de arte de impresionistas virtuosos, mi mente se despejó, pensaba en todo menos en lo que me estaba preocupando y por lo que estaba huyendo.


A lo que me quiero referir con todo esto es que, está claro que todos tenemos muchas cosas que hacer, normalmente siempre hay mil cosas que hacer, pero si siempre nos atribulamos pensando en los “mil millones” de pendientes solo nos preocupamos y pues no empezamos por nada. Es mucho más efectivo, sin duda, despejarnos y después primero lo primero, lo segundo y demás, simplemente fluirán.